28.7.11

Influencia

Y la sigo buscando a ella. Soltarle mil palabras a cualquiera y recibir otras mil no satisfacen mi maldito deseo de hablar con ella.
La pienso, la busco, no la encuentro y la puteo. Se me perdió y no supe cómo, ¿cómo si todo estaba tan bien? Muchas sonrisas, conversaciones divertidas y llenas de sinceridad, abrazos y todo ese coctel que nos hacía una relación casi perfecta, se fueron al carajo cuando ella agarró la opción de desaparecer, o tal vez no la agarró, simplemente dejó fluir su talento innato de ausentarse.
Vaya mierda, en qué estará y 30 preguntas más me nadan en la cabeza como delfines en apareamiento y dan vueltas y vueltas, una tras otra, enloqueciéndome porque no hay respuesta a ninguna, lo único que sé es que no está, claro, y que me hace tanta falta como siempre que se va.

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